La sociedad educa a sus miembros mediante un proceso continuo de interacción denominado socialización. Este proceso se inicia a comienzos de la vida del individuo y continua hasta el fin de sus días. A través de la socialización, las personas vamos asimilando valores y pautas comportamentales de aquello que observamos en la mayoría y aprendemos a conducirnos de acuerdo con la deseabilidad social, es decir, según las expectativas sociales. Además, al mismo tiempo percibimos las posibles consecuencias que tendrá la transgresión de los modelos de conducta socialmente aceptados.
Dentro de esta socialización, está el género, un concepto que expresa lo que cada cultura y cada época ha identificado como propio según el sexo biológico de una persona. Es decir, un conjunto de normas sociales que cada sociedad construye según sus necesidades y que son impuestas a los individuos a partir del nacimiento, como pautas que tienen que regir su comportamiento, deseos y acciones. Y toda esta socialización de género influye en la hora de definir y vivir la propia sexualidad.
Por un lado, a las chicas, nos educan en un rol pasivo, a la espera de ser conquistadas o salvadas. Un papel donde tenemos que mantener nuestro deseo escondido, cosificadas y no vistas como sujetos libres y activas de placer. Todo esto, nos lleva a un gran desconocimiento de la propia sexualidad, alejándonos de nuestros deseos y de nuestro cuerpo para evitar ser juzgadas;además de ponernos en una situación de vulnerabilidad tanto por la falta de autoconocimiento como por la dificultad de poner límites.
Por el contrario, a los chicos se los suele educar en un rol activo. Es decir, tienen que estar dispuestos y tener un deseo sexual constante. Es cómo si siempre tuvieseis que estar pensando en tener sexo y demostrándolo entre vuestros amigos. Además, se espera que seáis expertos y tengáis el control y la responsabilidad en una relación sexual, provocando emociones de miedo y muchísima presión por no fallar. Y con presión y todo, también tenéis que mantener una erección perfecta, durar lo suficiente para que la otra persona disfrute y tener una medida del pene adecuada…
Con todas estas demandas sociales,es imposible disfrutar de un encuentro erótico desde deseos y necesidades auténticas.
En definitiva, la concepción actual del sexo es injusta para ambos y nos perjudica a la hora de elegir quién somos y la sexualidad que deseamos. Por lo tanto, es muy importante reivindicar la necesidad de una educación sexual que te de información de calidad y que fomente el respecto a todas las sexualidades existentes.
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